Busquemos perlas escondidas10-16 DE NOVIEMBRE
Cantar de los Cantares 3:5. ¿Por qué la sulamita les hizo
jurar a las “hijas de Jerusalén [...] por las gacelas y por las ciervas del
campo”?
La sulamita les hizo jurar “por las gacelas y por las
ciervas del campo” porque estos animales representan gracia, belleza y
delicadeza. Con esa expresión poética, ella les pedía a las jóvenes de
Jerusalén que no intentaran despertar el amor antes de tiempo, pues el amor verdadero
es algo hermoso, pero también frágil y debe surgir en el momento adecuado. En
resumen, quería que respetaran la pureza y el equilibrio del amor, sin forzarlo
ni apresurarlo.
Hoy día, este consejo nos enseña a esperar el momento
correcto para pensar en una relación sentimental. No debemos dejarnos llevar
por los sentimientos ni por la presión del mundo, que promueve un amor
superficial. En lugar de eso, debemos enfocarnos en fortalecer nuestra amistad
con Jehová y en desarrollar madurez espiritual. Así, cuando llegue el momento
apropiado, podremos amar de una manera pura, estable y que cuente con la
bendición de Dios.
(Cantar de los Cantares 3:1–4)
La sulamita se levantó y recorrió la ciudad hasta
encontrarlo, y cuando por fin lo halló, no quiso soltarlo. Debemos buscar a
Jehová con ese mismo anhelo y no soltarlo nunca. A veces, como la sulamita,
podemos sentir que Jehová está un poco “lejano”, tal vez por el cansancio, los
problemas o la rutina. Pero no debemos desanimarnos. Al contrario, es cuando
más debemos esforzarnos por encontrarlo en la oración, en el estudio personal y
en las reuniones. Por eso, no desmayemos en asistir fielmente a las reuniones,
en trabajar por nuestras metas espirituales ni en participar con entusiasmo en
la predicación. Cada esfuerzo que hacemos por mantenernos cerca de Jehová nos
fortalece y nos llena de paz.
(Cantar de los Cantares 3:6–11)
En estos versículos se describe una escena majestuosa: la
boda del rey Salomón. El matrimonio es un regalo de Jehová y debe celebrarse
con respeto, no con ligereza. No es simplemente un acuerdo humano o algo que se
mantiene solo mientras haya “buenos momentos”. Es un compromiso sagrado que
dura toda la vida, basado en amor, fidelidad y apoyo mutuo. Hoy el mundo ve el
matrimonio como algo temporal o desechable: muchos piensan que se puede
abandonar cuando ya no hay emoción o cuando las cosas se complican. Pero los
siervos de Jehová no nos dejamos influir por esa forma de pensar. Sabemos que
el matrimonio fue instituido por Dios mismo, y cuando lo respetamos, honramos
también a Jehová.
(Cantar de los Cantares 4:1–7)
En estos versículos, el esposo elogia a su esposa con
palabras tiernas y respetuosas. Él no solo resalta su belleza física, sino que
expresa su aprecio de una forma poética y considerada. Se nota que valora
profundamente a su esposa y quiere hacerle saber lo mucho que significa para
él. Lo que aprendo es que las palabras bondadosas fortalecen los lazos
afectivos y reflejan gratitud. En las relaciones —ya sea en el matrimonio, en
la familia o en la congregación—, es vital aprender a expresar aprecio. Un
elogio sincero, una palabra amable o un reconocimiento a los esfuerzos del otro
pueden alegrar el corazón y reforzar la confianza.
(Cantar de los Cantares 4:12)
El esposo describe a su amada como “un jardín cerrado, una
fuente sellada”. Esta imagen tan hermosa muestra la fidelidad y la pureza de la
esposa. Para fortalecer la lealtad en el matrimonio, se necesita comunicación
abierta, oración conjunta y tiempo de calidad. Evitar comparaciones, mantener
límites sanos con otras personas y mostrar afecto con respeto ayudan a mantener
ese “jardín cerrado” lleno de confianza y seguridad. A los ojos de Jehová, la
fidelidad no pasa desapercibida; es una joya de gran valor.
(Cantar de los Cantares 4:16)
La sulamita invita a su amado a entrar en su jardín. No hay
imposición ni presión, sino una invitación llena de ternura y disposición. El
amor verdadero invita, no exige. Es recíproco, voluntario y se expresa con
libertad. En toda relación, especialmente en el matrimonio, el afecto nunca
debe imponerse., cuando escuchamos sus sentimientos y cuando no forzamos
nuestras opiniones o deseos. Ser comprensivo, tener paciencia y mostrar empatía
hacen que el amor crezca naturalmente, sin presión.
(Cantar de los Cantares 5:2–6)
Este pasaje retrata una escena muy humana: a veces, por
cansancio, distracción o rutina, dejamos pasar momentos importantes con
aquellos que amamos. No descuidemos el amor ni demos por sentado el afecto de
los demás, ni nuestra relación con Jehová. En el matrimonio o la familia, si no
alimentamos el cariño con gestos y palabras, poco a poco puede enfriarse. En lo
espiritual, puede suceder algo parecido: si dejamos de orar, de estudiar o de
participar en las reuniones, podríamos sentir que Jehová está “lejano”.
📖 (Cantar de los Cantares
5:10–16)
Después de perder de vista a su amado, la sulamita no se
enfoca en su ausencia, sino que empieza a recordar con ternura todas sus
cualidades: En lugar de enfocarnos en los defectos, recordemos y valoremos las
buenas cualidades del ser amado. En toda relación humana habrá desacuerdos o
momentos difíciles, pero si elegimos ver lo bueno, fortalecemos el vínculo y
fomentamos la paz no solo en matrimonio por ende lo haremos también en la congregación.
