Busquemos perlas escondidas 29 de septiembre a 5 de octubre
Busquemos perlas escondidas 29 de septiembre a 5 de octubre
Eclesiastés 3:8. ¿Cuándo no es “tiempo para amar”?
Según Eclesiastés 3:8, no es “tiempo para amar” cuando se
trata de personas que persisten en la maldad, que odian intensamente a Dios y
que Jehová señala como indignas de recibir amor. Mostrar afecto hacia quienes
se oponen activamente a la justicia divina no daría fruto, porque no
responderán al amor; en estos casos, Jehová tiene un tiempo para actuar contra
ellos. Por lo demás, el amor debe extenderse a todos los que estén dispuestos a
vivir conforme a los principios de Dios.
¿Qué perlas espirituales ha encontrado en la lectura bíblica
de esta semana?
Eclesiastés 3: 1 Este texto nos recuerda que Jehová es un
Dios de orden y que nada sucede por casualidad. Todo lo que permite tiene un
propósito dentro de su calendario perfecto. A veces nosotros queremos que las
cosas pasen rápido o en el momento que pensamos que es mejor, pero Jehová ve
mucho más allá y sabe cuál es el tiempo exacto. Por eso, aprender a esperar en
Él fortalece nuestra fe y nos ayuda a no vivir con ansiedad ni desesperación.
Cuando aceptamos que Jehová tiene un tiempo para todo —para probar, bendecir,
disciplinar o recompensar—, desarrollamos paciencia y confianza en su guía
Eclesiastés 3: 1 Nos
enseña que Jehová tiene un propósito y un tiempo adecuado para cada cosa. Esto
también aplica a nuestras metas y proyectos personales. Hoy en día muchos
jóvenes sienten la presión de disfrutar la vida al máximo, como si todo tuviera
que lograrse ahora mismo. Sin embargo, un joven que sirve a Jehová entiende que
lo primordial es darle prioridad al servicio a Dios y hacer su voluntad.
Confiamos en que Jehová, en su debido tiempo, nos dará la oportunidad de
disfrutar de muchas cosas buenas, incluso más de lo que el mundo puede ofrecer.
Recordar este principio nos ayuda a no dejarnos llevar por la impaciencia ni
por las expectativas del mundo, sino a mantener una vida equilibrada, con la
seguridad de que Jehová recompensa a quienes esperan en Él.
Eclesiastés 3: 2-8 Estos versículos muestran que en la vida hay
una gran variedad de experiencias: nacer y morir, plantar y cosechar, llorar y
reír, guardar silencio y hablar, amar y enfrentar oposición. La vida está llena
de contrastes y de ciclos, algunos agradables y otros dolorosos, pero todos
forman parte del propósito que Jehová permite. Reconocer esto nos ayuda a ser
más equilibrados y a no caer en la frustración cuando vivimos pruebas y comprendemos
que habrá momentos en los que toca esforzarnos y sacrificarnos, y otros en los
que podremos disfrutar de paz y alegría. esto nos recuerda que los problemas no
son eternos y que Jehová, en su debido tiempo, dará alivio.
Eclesiastés 3: 12-13:
Estos versículos nos recuerdan que Jehová no quiere que
vivamos agobiados ni con una visión pesimista de la vida. Él desea que
encontremos gozo en las cosas sencillas y que disfrutemos de los resultados de
nuestro esfuerzo. Por eso, aprender a estar contentos con lo que tenemos y
valorar cada bendición diaria —como la familia, la congregación, el alimento,
la salud y hasta el privilegio de trabajar— es una muestra de gratitud hacia
Jehová.
Eclesiastés 3: 20: Este versículo nos recuerda una verdad
fundamental: todos los seres humanos somos frágiles y mortales. Sin importar la
posición social, las riquezas o los logros que alguien haya alcanzado, al final
todos compartimos la misma condición: venimos del polvo y volvemos al polvo.
Esto nos ayuda a mantener la humildad y a no pensar que somos superiores a los
demás, porque delante de Jehová todos somos iguales. Tener presente este
versículo nos da equilibrio: no nos aferramos a las cosas materiales ni a la
idea de vivir solo para el presente, sino que depositamos nuestra esperanza en
lo que Jehová hará en el futuro
Eclesiastés 4: 1-3: Estos versículos reflejan una triste
realidad: en este mundo dominado por la injusticia, muchas personas sufren
opresión, abusos y explotación, y lo peor es que muchas veces no encuentran a
nadie que los consuele. Este pensamiento nos ayuda a reconocer lo limitado que
es el sistema humano y cómo, sin Jehová, el sufrimiento parece no tener salida.
Pero a la vez nos da una gran lección: como siervos de Jehová, debemos ser
compasivos con los que sufren y no ser indiferentes ante su dolor. Podemos
brindarles consuelo con la Palabra de Dios y mostrarles la esperanza segura de
un mundo donde la injusticia y la opresión desaparecerán.
Eclesiastés 4: 4 Salomón observó que, muchas veces, lo que
impulsa a las personas a trabajar duro o alcanzar logros es simplemente el
deseo de superar a otros. Ese espíritu competitivo puede verse tanto en el
mundo laboral como en otros aspectos de la vida, e incluso puede llegar a
colarse en la congregación si no tenemos cuidado. Este texto nos enseña a
examinar qué nos impulsa realmente: ¿estamos esforzándonos por agradar a Jehová
y servir mejor a los demás, o por compararnos y demostrar que somos mejores? La
envidia y la competencia solo producen frustración, celos y división. En
cambio, cuando servimos a Jehová con humildad, disfrutamos de lo que hacemos y
sentimos verdadera satisfacción, sin necesidad de competir con nadie.
Eclesiastés 4 Versículo 11: En la vida diaria, compartir
compañía da calor y seguridad, especialmente en tiempos de dificultad. En
sentido espiritual, este principio nos recuerda que no fuimos creados para
vivir aislados. Cuando estamos unidos en la congregación, recibimos apoyo que
nos ayuda a mantenernos firmes en la fe y a resistir el frío del desánimo, la
soledad o la tentación. Este texto resalta el valor de la hermandad cristiana:
los abrazos, las palabras de ánimo, las oraciones en favor de otros y el simple
hecho de estar presentes en las reuniones son como ese “calor” que mantiene
encendidos nuestros corazones. La unidad en la congregación es una protección
contra la frialdad espiritual que existe en el mundo, donde muchas personas se
sienten vacías y solas.