Tesoros de la biblia del 18 al 24 de marzo
“Los cielos declaran
la gloria de Dios”
¿Cuántos en este día nos detuvimos a alzar la mirada y
contemplar el cielo, o nos detuvimos a admirar un pájaro o una flor? La mayoría
no lo hemos hecho, ¿la pregunta es por qué? Un factor clave es la prisa, el
mundo en el que vivimos nos impulsa a actuar con mayor rapidez y el tiempo
parece más fugaz que antes.
Es por eso que en este discurso vamos a llamar a reflexión y
mostrar algunas razones por las que debemos dedicar tiempo a observar la
creación y nos valdremos de libro de los salmos el rey David, escribió "Los
cielos declaran la gloria de Dios". Estas palabras nos transportan a
través del tiempo y del espacio, hasta las noches estrelladas de antaño, cuando
David, el humilde pastor de Belén, alzaba su mirada hacia lo alto y contemplaba
la majestuosidad de la creación.
La creación proclama la gloria de Jehová (Sl 19:1; w04
1/1 8 párrs. 1, 2).
Pensemos por un instante en David, el pastorcillo joven,
solitario en los campos de Judea, bajo el manto estrellado de la noche. ¿Qué
sentimientos le invadirían mientras contemplaba la inmensidad de los cielos?
Seguramente, una amalgama de sorpresa, respeto y agradecimiento hacia Aquel que
había dado vida a todo lo que sus ojos alcanzaban a divisar. Fue allí donde
plasmó las palabras que citamos al inicio, en el Salmo 19:1.
Los cielos, sin palabras ni voz audible, proclaman la gloria
de Dios día tras día, noche tras noche. Puede que nosotros no nos acordemos de
observar los cielos, pero ahí están testigos mudos de la gloria de Dios, usted
no se levanta un dia pensando y ahí estarán las extrellas en el cielo, ¿Verdad
que no? En su silencio resonante, nos recuerdan nuestra pequeñez frente a la inmensidad
del universo y la grandeza del Creador.
Cuando reflexionamos ante tal espectáculo, experimentamos
humildad, pero también asombro por la benevolencia y la omnipotencia divinas.
La obra no deja de proclamar la grandeza de Dios, y su testimonio silencioso se
difunde por toda la tierra, llegando incluso a los lugares más apartados y
solitarios. Sea donde sea que estemos, ya sea en las cumbres más elevadas o en
los abismos más profundos, la creación nos revela la magnificencia de nuestro
Creador celestial.
El Sol es una maravilla de la creación (Salmos 19:4-6; w04 1/6 11 párrs. 8-10).
Mientras David observaba los cielos de pronto nos lleva en
un viaje de asombro y adoración al describir una estrella que le llama mucho la
atención ¿sabe a cual me refiero? Salmos 19:4-6 ¿se dio cuenta a cual me referia? la
maravilla del Sol, esa esfera ardiente que ilumina nuestros días y da vida a
todo lo que conocemos.
David, el sencillo pastor transformado en poeta inspirado,
nos anima a contemplar la magnificencia y el poder del Sol, una de las
maravillas más impresionantes de la obra divina. Pongámonos por un instante en
la escena que David describe: el Sol, como un esposo resplandeciente que emerge
de su alcoba cada mañana, preparado para atravesar el horizonte como un
guerrero vigoroso.
Esta descripción poética nos lleva a comprender la
majestuosidad y la vitalidad del Sol, que cada día se levanta con renovada
fuerza y energía para iluminar y calentar nuestro mundo. Aunque apenas una
fracción de su energía llega a la Tierra, es suficiente para sustentar toda
forma de vida en nuestro planeta.
Desde las más
diminutas criaturas hasta los seres humanos, todos dependemos de la luz y el
calor del Sol para prosperar y sobrevivir. Su presencia constante en nuestro cielo
nos recuerda la fidelidad y el cuidado de nuestro Creador, que nos provee con
generosidad de todo lo que necesitamos.
Fijémonos en todo lo que nos enseña la creación (Mt 6:28;
g95 8/11 7 párr. 2).
Al principio mencionamos porque debemos dedicar tiempo a
observar la creación, respondamos esta
pregunta con las palabras de Jesús en Mateo 6: 28 como vemos Jesús nos nos
invita a contemplar su belleza y su fragilidad, y a reflexionar sobre la
sabiduría y el cuidado de nuestro Creador.
Jesús nos muestra que en la modestia y la humildad de una
flor silvestre podemos hallar una importante enseñanza sobre el sustento divino
y el amoroso cuidado de Dios hacia Su creación. A pesar de que estas flores son
fugaces y temporales, están engalanadas con una belleza que sobrepasa la
majestuosidad de Salomón, el monarca más opulento y poderoso de Israel.
Esto nos recuerda que Dios no es indiferente a nuestras
necesidades, sino que cuida de nosotros con amor y ternura, incluso en los
detalles más pequeños y aparentemente insignificantes de nuestras vidas.
Al observar la creación que nos rodea, podemos aprender
valiosas lecciones sobre Jehová y la
importancia de vivir en armonía con Su voluntad. Las flores del campo nos
enseñan a confiar en la provisión divina, a vivir sin afán ni preocupación,
sabiendo que nuestro Padre celestial cuida de nosotros con amor y fidelidad.
Cuanto más sensibles seamos a las obras de arte de la
naturaleza, mejor conoceremos a nuestro Creador. Cada flor, cada árbol, cada
criatura viviente es un testimonio del poder y la bondad de Aquel que nos creó
a todos. Al contemplar la belleza y la diversidad de la creación, somos
invitados a maravillarnos ante la grandeza de Dios y a rendirle honor y
adoración por Su maravillosa obra.
SUGERENCIA PARA LA ADORACIÓN EN FAMILIA: Dediquen un rato
a observar la creación y luego hablen de lo que les enseña acerca de Jehová.
¿Por qué no aprovechar este don celestial para adorar unidos
como familia? Aquí presentamos algunos pasos sugeridos para llevar a cabo esta
actividad:
Escoge un entorno al aire libre: Busquen un lugar sereno
donde puedan conectarse con la naturaleza. Podría ser su jardín, un parque
cercano o cualquier otro lugar natural que les permita disfrutar de la creación
divina.
Contemplen y asómbrense: Dediquen tiempo a observar
detenidamente todo lo que les rodea. Observen las flores, los árboles, los
animales, el cielo, el agua y cualquier otra manifestación de la creación.
Maravíllense juntos ante la belleza y la diversidad que los rodea.
Compartan sus observaciones: Una vez que hayan tenido la oportunidad
de contemplar la creación, reúnanse para compartir sus impresiones y
reflexiones. Pregúntense mutuamente qué les enseña esta experiencia sobre Dios y
cómo pueden aplicar esas lecciones en su vida diaria.
Oren en conjunto: Concluyan su tiempo de adoración en
familia con una oración de gratitud a Dios por la belleza y la sabiduría de Su
creación. Oren pidiendo sabiduría y fortaleza para vivir en armonía con Su
voluntad y para reflejar Su amor y bondad en todas sus acciones.
Al dedicar un momento a observar la creación y reflexionar
sobre lo que les enseña acerca de de
Dios fortalecerán su fe y su unión como familia. Además, esta actividad les
ayudará a cultivar una mayor apreciación por las maravillas que Dios ha creado
para nuestro deleite y enseñanza.